La entrada de hoy la dedicare a uno de los relatos escritos por mi, algo de mi puño y letra.
"Había algo en
su maldita mirada
que hacía que
mi sangre hirviera
descontroladamente, había algo
que me exaltaba,
me repugnaba y
que solo provocaba
un frenesí violento
dentro de mi.
Antes de saber
bien que era,
antes incluso de
que palabra alguna
saliera de su
deforme boca, apreté
los puños haciéndome
crujir los dedos
de la fuerza,
los dientes me
rechinaron al cerrar
la boca, di
un paso hacia
atrás y me
lance sobre él
con todo el
impulso que mis
musculosas piernas podían
aguantar. Le salté
encima. Un puñetazo
en la mejilla
derecha le hizo
tambalear y perder
el equilibrio, un
segundo golpe con
el puño izquierdo
falló su mandíbula.
El fallo me
costó tiempo y
antes de darse
cuenta de lo
que estaba haciendo,
me propinó un
buen golpe entre
las costillas. El
dolor me entrecorto
la respiración, pero
me dio el
tiempo necesario para
poder echarme dos
pasos hacia atrás
y recuperar el
aliento. Pude ver
su cara, estaba
impresionado, excitado y
desconcertado. ¿Qué había
ocurrido? Yo tampoco
lo sé, lo
único que sé
es que mis
instintos hicieron salir
el animal que
todos llevamos dentro.
Le miré los
ojos, y pude
distinguir el frío
sentimiento que las
bestias más fieras
llevan dentro. Lancé otro ataque, no
podía perdonar, no
podía flaquear, al
menos es lo
que mis instintos
me decían. Lo
embestí con todas
mis fuerzas haciéndole
caer al suelo.
La caída fue
dura, pero en
la embestida pude
notar como todos
mis músculos acumulaban
una tensión sobrehumana
que me hizo
rugir como un
león sediento de
sangre al notar
el contacto. Me
quedé de pie
mirándole tendido en
el suelo, sacudiendo
su cabeza. Era
el momento de
atacar, podría hacerlo
y todo se
acabaría, tendría una
ventaja más. Pero
no lo hice.
Algo me paró,
algo que me
dejó paralizado en
el sitio pero
aún con el
sentimiento feroz de
una bestia invencible.
¿Qué era eso?
Mi cuerpo actuaba
de forma extraña,
pero en mi
mente, en algún
rincón de mi
cerebro aún parpadeaba
una pizca de
razón. ¿La razón
es animal o
humana? ¿Y que
es humano y
que es inhumano?
En aquel momento
todo estaba negro
y oscuro, pero
la luz que
parpadeaba al final
de la oscuridad
me paró y
me hizo esperar
a que él
se pusiera de
pie, como si
de un acto
honorable se tratara.
Esperé. Le dejé
que se levantara.
Mis dientes rechinaban
de tanto apretarlos
y de mis
palmas pequeñas gotas
de sangre corrían
por entre mis
dedos a causa
de la fuerza.
Al ponerse en
pie sus ojos
me miraron con
furia y desprecio,
en el había
despertado la bestia
más horrible que
jamás veremos algún
día. Se abalanzo
hacia mí, lo
esquivé y lo
agarré por el
cuello de la
americana en el
momento en el
que pasó por
mi lado. Tiré
con todas mis
fuerzas hasta romperle
un buen trozo
de tela y
dejarlo encarado hacia
mí. Lo siguiente
fue un aluvión
de puñetazos, golpes
dolorosos en todas
las partes del
cuerpo. Mi cuerpo
no notaba nada,
los golpes que
recibía no me
dolían, pero los
que yo proporcionaba
me sabían a
gloria, más cada
vez que escuchaba
un gemido de
dolor que salia
de el. Ahora,
la oscuridad era
completa, la luz
que antes parpadeaba
en aquellas tinieblas
se había perdido.
No había razón,
no había nada
humano, todo era
lucha, lucha cuyo
final estaba impulsado
por las voces
salvajes que surgían
del corazón de
las tinieblas. La
lucha fue larga
e intensa. La
sangre corría por
mi cara, manos
y brazos. No
sabía de quien
era, ni tampoco
me importaba, lo
único que sentía
era que el
tacto húmedo y
caliente me incitaban
más aún en
aquel perverso y
salvaje baile natural
de la supervivencia,
del triunfo. Al
final, la ropa
que antes cubría
nuestros torsos estaba
rota, destripada y
destrozada, no quedaba
nada civilizado en
nuestras apariencias. El
ultimo momento un
codazo en su
lado derecho del
torso me libró
de un final
seguro, ya que
sus garras se
habían encerrado alrededor
de mi cuello
asfixiándome. Lo cogí
por los hombros
y con toda
la fuerza que
me quedaba lo
levanté por los
aires y lo
tiré contra una
de las paredes.
Al caer al
suelo le salté
encima. Estaba aturdido,
la cara llena
de golpes, sangre,
el pelo revuelto...
Un ultimo golpe
y todo habría
acabado, todo... Pero,
ahí tendido sobre
el pecho de
este individuo despreciable,
reventado después de
tales esfuerzos de
permanecer en pie,
apoyé mi mano
izquierda sobre su
pecho para así
poder golpearle con
la derecha, algo
me bloqueó. La
niebla de mi
mente se iba
esfumando y entre
aquellos vapores oscuros
pude divisar de
nuevo aquella luz
que parpadeaba. Era
bonita, me calmaba,
me hacia sentir
raro. '¿Qué eres?'
pregunte, como si
la luz me
fuera a contestar.
De pronto me
dí cuenta de
que mi boca
había articulado sonidos
que yo entendía,
palabras. La respuesta
no vino, ¿o
si? Lo único
que sé es
que bajo mi
mano izquierda, empecé
a notar con
la palma un
latido, el latido
de él. Su
corazón estaba vivo
igual que el
mio. Entonces le
miré a la
cara de nuevo
y vi en
su rostro mi
reflejo, o amenos
el reflejo que
mi mente aun
tenía sobre mi.
El que estaba
en el suelo
era yo, o
como yo. ¿Pero
qué era yo,
qué soy yo?
Levanté la mirada
y pude distinguir
que estaba rodeado
de otros. Nos
miraban. En los
rostros de ellos
también veía mi
cara. No sabía
que ocurría. Miré
de nuevo al
que estaba en
el suelo, sentí
su corazón latir
con vida y
me asusté. Me
levanté deprisa sin
saber a donde
ir ni que
hacer. Me arranqué
los trozos de
camisa que me
quedaban, miré a
todos los que
me observaban con
asombro. Un aullido
se iba apoderando
de mis oídos,
de mi cabeza
y cada vez
era más intenso,
estridente y... seductor...
Por mi boca
salió un aullido
igual de fuerte
que el de
mi cabeza y
salí corriendo empujando
la barrera de
personas que había
ante mi. Corrí,
corrí como nunca
antes, como un
lobo salvaje detrás
de la luna
llena, algo me
llamaba, algo pronunciaba
mi nombre, alguien
sabía quien era."
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